Lucky-the-Clothy es una tira larga de tela verde a cuadros de los años cincuenta, un retal que me regaló una vecina. Recibió su nombre porque mi amiga Penny y yo la usamos para atarnos las piernas en una carrera de tres piernas, cuando ambas teníamos once años. ¡Ganamos la carrera!
Lucky-the-Clothy ha durado 67 años más, ya que en algún momento mejoré su durabilidad haciendo un dobladillo a la tira larga.
Con los años, Lucky-the-Clothy se convirtió en un calmante para los dolores de cabeza en nuestra familia. Mi madre me untaba bálsamo de tigre ardiente en la frente y me envolvía la tela verde alrededor de la cabeza. Hoy en día, Lucky también reconforta cuando se usa como portabebés para sujetar una bolsa de trigo caliente y aliviar los músculos doloridos de la espalda. Una simple tira de tela se ha convertido en un símbolo de cuidado y consuelo.
Mi nieto tenía una Baba, una manta de bebé muy querida. Antes era azul, pero luego se volvió más gris. Le encantaba acercarlo a su rostro y oler ese reconfortante aroma a madre y hogar. ¡Qué consternación cuando Baba se extravió temporalmente!
Jesús dijo: «Y yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Consolador (Consejero, Ayudador, Intercesor, Abogado, Fortalecedor y Amparo), para que permanezca con ustedes para siempre: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir (acoger, acoger en su corazón), porque no lo ve ni lo conoce ni lo reconoce. Pero ustedes sí lo conocen y lo reconocen, porque Él vive con ustedes [constantemente] y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos [desconsolados, desolados, desconsolados, abandonados, indefensos]; volveré [a ustedes]» (Juan 14:16-18 AMPC).
El Consolador, que tiene diversos nombres, es el Espíritu Santo. A diferencia de una tela o una manta, Él nunca se perderá ni nos abandonará. Antes de regresar al cielo, Jesús prometió: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20b NTV). Esto es posible, a lo largo de los siglos, gracias al Espíritu Santo, que vive en todo aquel que acepta a Jesús como «el camino, la verdad y la vida» (Juan 14:6).
El Consolador. La palabra suena como una manta cálida y acogedora, un alivio cuando lo necesitamos. ¡Pero el Consolador es mucho mejor que un objeto inanimado! ¡Es una persona! Nuestro Consolador nunca nos abandonará, nunca se perderá ni se extraviará. Podemos hablar con el Espíritu Santo en cualquier momento y en cualquier lugar, porque podemos confiar plenamente en las promesas de Dios.
¿Hay algo en lo que te sientas cómodo cuando las cosas se ponen difíciles? ¡No tienes que hacerlo!
Tenemos a nuestro disposición un Consolador mucho mejor: el Espíritu Santo. Encontrémonos cómodos en Él.
Alice Burnett
Red Deer, Alberta, Canadá
Traducido al español por Pascal Lambert