Me llevó muchos años reconocer mis dones. Ni mis padres ni yo habíamos reconocido las señales de “maestra” en mi infancia. Mirando atrás, veo que estas señales comenzaron a los cuatro años, después de rogar por ir al preescolar. Me encantaba la escuela, pero me decepcionaba que no aprendiéramos matemáticas el primer día. En casa, jugaba a la escuela, siendo mi padre el único alumno.
El verano que cumplí doce años, a mi hermano y a mí nos encantaban nuestras clases de arte al aire libre. En casa, reunía a los niños del vecindario y les enseñaba con entusiasmo la lección que habíamos pintado ese día.
Estudiando francés felizmente en la universidad, nunca consideré la docencia como una carrera. Sin embargo, cuando obtuve la licenciatura, un año más en el campo de la educación me capacitaría para ser maestra, así que lo hice. Cuando empecé a enseñar, pensé que simplemente había comenzado mi carrera por defecto, sin haber visto otra alternativa. No reconocí la mano de Dios en mi vida en ese momento.
“En su gracia, Dios nos ha dado diferentes dones para hacer bien ciertas cosas.” (Romanos 12:6 NTV)
Dios planeó los dones motivadores de acuerdo con la forma en que nos creó. Él planeó nuestras personalidades e inclinaciones. Aunque pensemos que nuestros dones simplemente nos fueron transmitidos por nuestros padres o generaciones anteriores, es Dios quien los planeó antes de nuestra concepción. Nuestra percepción de la vida y lo que motiva nuestras acciones se refleja en nuestros dones. Estas son algunas de las ideas útiles que obtuve al leer Descubre los Dones que Dios te ha dado, de Don y Katie Fortune (1987):
“A cada uno de nosotros se nos da un don espiritual para que podamos ayudarnos mutuamente.” (1 Corintios 12:7 NTV)
Cuando decimos “Sí” a Jesús y comenzamos a seguirlo, Él usa nuestras inclinaciones, especialmente diseñadas para su gloria y para beneficiar a los demás. Enseñar en una escuela regular se transforma en enseñar en la Escuela Dominical o dirigir un estudio bíblico. Ese es el objetivo. Nuestros dones no son solo para nosotros, sino para edificar y animar al cuerpo de Cristo. En 1 Corintios, Pablo compara el cuerpo de Cristo con un cuerpo humano. «Todos ustedes juntos son el cuerpo de Cristo, y cada uno es parte de él» (1 Corintios 12:27 NTV).
Todos en el cuerpo de Cristo tenemos diferentes dones, y sí, todos tenemos un don.
«En su gracia, Dios nos ha dado diferentes dones para hacer bien ciertas cosas. Así que, si Dios te ha dado la capacidad de profetizar, habla con tanta fe como Dios te ha dado. Si tu don es servir a los demás, sírvelos bien. Si eres maestro, enseña bien. Si tu don es animar a los demás, sé alentador. Si es dar, da con generosidad. Si Dios te ha dado la capacidad de liderazgo, toma en serio la responsabilidad. Y si tienes el don de mostrar bondad a los demás, hazlo con gusto» (Romanos 12:6-8 NTV).
El plan de Dios es que funcionemos juntos como un todo cohesionado, todos funcionando como Él lo planeó.
Sea cual sea tu don, úsalo con alegría para servir a los demás.
Gracias, Padre, por diseñar nuestras personalidades para agradarte e influir en los demás. Ayúdanos a no descuidar nuestros dones, sino a usarlos para tu gloria. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.
Alice Burnett,
Red Deer, Alberta, Canadá
Traducido al español por Pascal Lambert
